sábado, 18 de diciembre de 2010

Compatibilidad Piscis

PISCIS


Agua - Mutable - Negativo
Regido por Neptuno
Símbolo: el PezFuerzas nocturnas - Femenino


PISCIS


Agua - Mutable - Negativo
Regido por Neptuno
Símbolo: el Pez
Fuerzas nocturnas - Femenino




La relación PISCIS - PISCIS






Se reunieron alrededor de él. Todos los ojos eludieron lo que estaba
subiendo a bordo. No habían pensado en combatirlo. Era el Destino.




Cuando cuatro Peces están implicados en cualquier tipo de asociación conjunta (cada persona Piscis representa, veréis, a dos Peces, que nadan en direcciones opuestas), pueden optar entre varias formas de comportamiento. Ambos pueden perderse en la evasión eufórica de las drogas o el alcohol... pueden hacerse exquisitamente creativos en muchos tipos de actividad recíproca, que van desde las artes hasta la arquitectura... pueden asociarse para educar paciente y sensiblemente, a cardúmenes de pequeños alevines... o sencillamente pueden nadar y confraternizar, eludiendo las algas, trabando amistad con los tiburones, conversando con los delfines, saludando alegremente a las gaviotas que los sobrevuelan, retozando entre las olas, y jugando al escondite entre ellos. Las alternativas son más o menos las mismas que cuando los otros dos signos de Agua están implicados en este tipo de influencia de la configuración de signos solares 1-1, aunque normalmente ésta no es tan intensa como la doble vibración de Escorpión... ni tan materialista ni posesiva como la doble vibración de Cáncer.


El signo solar Piscis lleva implícitas ciertas dosis de suavidad y placidez que pueden mitigar, en diversa medida, la vitalidad de su motivación y de su acción consiguiente. En general, los Piscis son extraordinariamente sensibles o "telepáticos", aunque a menudo esta cualidad se representa en forma pasiva: el (o la) Pez depende de los sueños, la intuición y las impresiones instantáneas en su vida cotidiana, personal. A veces les faltan el empuje y la energía que crea a los místicos que son también grandes líderes. Piscis prefiere irradiar su luz silenciosamente, entre bastidores.


Albert Einstein y Rudolph Steiner, ambos Piscis tenían presentes en sus natividades otras poderosas configuraciones planetarias que diluyeron considerablemente la naturaleza soñadora, remolona, de su signo solar, y los convirtieron en visionarios prácticos.


Dos Piscis siempre deben tener conciencia de los diversos aspectos del polo negativo del legado telepático que les dejó Neptuno: desvaríos, falsas ilusiones, quimeras ociosas y el autoengaño, así como la sutil tentación de descarriar de alguna manera a los demás.
El destino individual y la suerte de su asociación 1-1 dependerá mucho de los signos lunares de los dos Peces. Si el intercambio Sol-Luna entre sus natividades es favorable, les resultará fácil convivir armónicamente. Si no lo es, deberán estar muy alertas, para no ahogar recíprocamente su espíritu de iniciativa y su ambición.

Hay muchas probabilidades de que de cuando en cuando pasen por trances de reyertas mezquinas, enfado e irritabilidad, pero en general no tendrán el tipo de dificultades que experimentan con otros signos solares, como Géminis y Sagitario, por ejemplo, para comprender sus respectivas naturalezas básicas. Los regidos por Neptuno no sólo comprenden fácilmente sus respectivos secretos y sus personalidades esquivas, sino que también manifiestan una compasión instintiva por sus respectivas penas y aflicciones. Es raro que dos Peces que se encuentran no capten casi inmediatamente esta empatía, cualesquiera sean las otras posiciones planetarias de sus cartas natales. Todas las asociaciones 1-1 experimentan la misma familiaridad mutua, pero ninguna de ellas la capta tan rápida y profundamente como Piscis y Piscis (con la posible excepción de una pareja de Escorpiones).

Estos dos gravitan el uno hacia el otro de manera natural y fácil. Se conocerán a menudo en la playa, o en torno de una bebida, ya se trate de un vaso de Perrier o de algo más fuerte. Por supuesto, también pueden encontrarse en una sala de conciertos, en el parque, en un hospital, en la oficina de un periódico, en el teatro, en un convento, en un monasterio, o en un laboratorio científico... consagrados a cualquier tipo de ocupación o carrera que le permita suministrar a Piscis alguna forma de "servicio" creativo a los demás (aunque sólo se trate de entretenerlos) con la mínima autoridad necesaria... y la máxima libertad posible.

Por lo general, los Piscis son exteriormente afables, suaves en el hablar y complacientes. No son perfectos, y tienen sus malos momentos, pero habitualmente los Peces no son propensos a convertir un agravio menor en un casus belli. Soportan sus problemas con bastante jovialidad y despreocupación y, cuando la carga se hace demasiado pesada, los Peces tienden a dejar caer el problema y a alejarse sencillamente de él, en lugar de encarnizarse inúltilmente, luchando contra el destino... o contra lo que interpretan como inevitable.


Para comprobar la característica de acomodación, que está tan implantada en la naturaleza de Neptuno, verificad el índice de este libro. Notaréis que todos los otros signos solares figuran enumerados en columnas cada vez más breves. Como Piscis es el último signo abordado en el análisis de compatibilidad de todas las asociaciones anteriores, cuando llegué a las compatibilidades de Piscis (mientras daba el toque final a los títulos), quedó en claro que sólo podría contener un capítulo, el de "Piscis-Piscis", pues todas las otras relaciones de Piscis ya habían sido analizadas al final de cada una de las secciones de los otros once signos solares precedentes. Como no quería ofender a mis lectores regidos por Neptuno, ensayé varios cambios de formato, para rectificar este mal trato al pobre Pez. Pero cada modificación que intentaba introducir creaba confusión respecto de la totalidad de los doce signos solares. Por fin resolví dejar las cosas en su natural orden astrológico, y comprendí que los Piscis no se inmutarían. El manso Piscis medio espera ser el último, tener menos, recibir el trozo más pequeño de pastel, y ser el único de la multitud cuya cabeza es la más favorecida por una bandada de palomas que vuelan a baja altura. Creedme, posiblemente los Piscis se pondrían nerviosos si vieran que les dedican una sección íntegra de doce capítulos.


Los Peces se sentirán más seguros cuando descubran que están escondidos, como de costumbre, entre los otro doce signos solares, en razón de lo cual a los restantes lectores les resulta difícil encontrar sus asociaciones individuales de compatibilidad con otros signos. Les gusta que sea así. Todos sus amigos tendrán problemas para localizarlos y averiguar cómo se llevan con la gente, ¿no es cierto, Piscis? Pero sabréis dónde buscaros a vosotros mismos, aunque todos los demás puedan pasaros por alto. (Como siempre, ¿verdad?) No os ofusca ser "los últimos, con lo mínimo" en lugar de "los primeros, con lo máximo"... porque recordáis la advertencia bíblica de que "primeros serán postreros, y postreros, primeros". (Para ser justos con las feministas, será mejor decir "primeros y primeras serán postreros y postreras, y postreros y postreras, primeros y primeras".) ¿Y cuál era la otra apología de Piscis incluida en el Nuevo Testamento? "Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad." Pobres almas de Neptuno. Si algún día heredaran la tierra, probablemente los impuestos a la herencia la reducirían hasta dejarles sólo el gusto del Bronx... y quizás una pequeña tajada de Siberia.

Tenemos el caso de un famoso cantante de rock Piscis, de Indiana (no lo abochornaré dando su nombre, pues ya tiene suficientes problemas), que durante su primera presentación en televisión, después del panegírico del anunciador y los hurras del público, empezó a tocar y a cantar su melodía más popular... y al cabo de los dos primeros acordes dejó caer la púa en el hueco de la guitarra. Afortunadamente el espectáculo se grababa en vídeo tape. Éstas son las cosas que les suceden a menudo a los Peces.


Los hombres, mujeres y niños Piscis son descuidados a menudo por sus amigos, vecinos, parientes y socios... y a veces incluso por sus amantes y consortes. Pero realmente no tenéis por qué compadecerlos. En verdad, prefieren disfrutar de lo que sucede alrededor de ellos, mientras pasan inadvertidos. Piscis es deliberadamente modesto. Estos dos no acostumbran a enarbolar grandes pancartas con la leyenda ¡AQUÍ ESTOY! escrita en llamativas letras rojas y amarillas (odian usar tarjetas de identificación en las convenciones), y por tanto es fácil que una pareja de Piscis pase casi totalmente inadvertida en una habitación atestada de gente... excepto, claro está, cuando uno de ellos se embriaga con un exceso de tequila y derriba el acuario o los helechos plantados en tiestos. Entonces el infortunado Pez se ruboriza, y sufre un acceso de vergüenza aguda, no por su borrachera o su torpeza, sino porque ha atraído demasiada atención indeseada. Hay bastantes Piscis que están en primer plano, por la profesión que han elegido, pero nunca disfrutan realmente de ello, y nunca conocí un Pez que se quejara porque no estaba en primer plano. Siempre debéis pensar en el símbolo del signo, que en el caso de Piscis es el pez de la Naturaleza. ¿Os parece posible que la trucha, el salmón o cualquier tipo de pez salte fuera del agua, sólo para llamar la atención?


No es extraño que se escondan cuando hay tantos pescadores dispuestos a clavarles un doloroso anzuelo en la boca, para luego dejarlos morir lentamente en un cesto, boqueando, mientras os dicen que eso no importa, porque el pez es "un animal de sangre fría". Cualquier que haya visto cómo un pescado se retuerce al agonizar, se preguntará qué clase de mentalidad tienen quienes argumentan que esta criatura no experimenta sufrimientos ni terror. El animal de sangre fría es el pescador, aunque tal vez no sea deliberadamente cruel. En la naturaleza no todos los sistemas nerviosos son idénticos, pero la voluntad de vivir sí es común a todos, merced a un tipo de conciencia que los seres humanos desconocen... aunque quizás es muy afín por su grado de percepción, ¿quién sabe? Ciertamente no los científicos, cazadores o pescadores insensibles.


Como Piscis, junto con Escorpión y Sagitario, está inseparablemente ligado, desde el punto de vista astrológico, a la "religión" (o, para decirlo con más precisión, a la verdad espiritual), este capítulo dedicado a Piscis es el lugar ideal para recordarle al lector que Jesús no era, como algunos creen erróneamente, un pescador. Jesús era carpintero, como su padre. En la realidad, no en la ficción, alejó a la mayoría de sus discípulos de la pesca, y les prometió convertirlos, en cambio en "pescadores de hombres" (y también de mujeres, por supuesto, pero la Biblia está impregnada de machismo). El Nazareno no era ni remotamente machista, pero carecía de control sobre quiénes escribían acerca de él (especialmente sobre aquellos que alteraron las diversas crónicas de su apostolado en los siglos posteriores). Tal como lo confirman los asertos de los profetas -y los Rollos del Mar Muerto descubiertos y traducidos en época más reciente- Jesús no sólo estaba muy versado en astrología, sino que dijo: "No busquéis la ley en vuestras escrituras, porque la ley es vida, en tanto que la escritura está muerta. En verdad os digo, Moisés no recibió sus leyes de Dios por escrito, sino a través de la palabra viva".


Algunos manuscritos poco conocidos del Nuevo Testamento que descansan en la biblioteca del Vaticano, en Roma, también contienen textos que se remontan a los primeros siglos del cristianismo, con escritos que se refieren a palabras por lo demás inaccesibles de Jesús, como éstas: "Porque en verdad os digo, todo lo que vive sobre la tierra procede de una madre. Por tanto, quien mata, mata a su hermano. Y a ése le devolverá la espalda la Madre Terrenal, y lo apartará de sus pechos vivificantes... no matéis, ni comáis la carne de vuestra presa inocente... pues éste es el camino del sufrimiento, que conduce a la muerte. Pero respetad la voluntad de Dios, para que Sus ángeles os sirvan en el camino de la vida. Obedeced, pues, las palabras de Dios: ¡Mirad! Os he dado toda hierba portadora de semilla en la cual está el fruto de un árbol, productor de semilla; a vosotros os servirá en lugar de carne".


Llama la atención el cúmulo de verdades y sabiduría que está encerrado en la biblioteca del Vaticano, y que sin embargo no se esparce entre las multitudes cuyo espíritu está hambriento y sediento. Pero debemos agradecer que, por lo menos, se permita que los estudiosos inquietos tengan acceso a la verdad. Por esto la Iglesia Católica se merece una refulgente estrella de oro. Parece paradójico que enseñe falacias (entretejidas con verdades) al mismo tiempo que permite investigar la verdad silenciada. Pero en lugar de cuestionarla, agradezcámosle estas bienaventurazas, para que no nos las niegue.


La presunción de que Jesús -el mismo que inauguró la era de Piscis, la era del Pez- compartió banquetes de carne, incluida carne de pez, no es menos que una blasfemia cuando se la coteja con sus auténticas enseñanzas de amor y vida. Las historias falsas divulgadas a lo largo de los siglos por los "correctores" de Evangelio han profanado durante demasiado tiempo el mensaje del sencillo carpintero. Ciertamente la ética del Galileo no era menos virtuosa y compasiva que la de sus compañeros esenios, precisamente los mismos que lo "prepararon para su misión" (y cuyos propios documentos escritos no han sido tan manipulados y profanados), esenios estos que respetaban y practicaban patentemente la astrología... y que se oponían implacablemente al sacrificio y la ingestión de corderos, así como de peces y de toda carne.


En el Edén no se derramaba sangre. El hombre sólo se convirtió en carnívoro más tarde... "y el temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra... y en todos los peces del mar". Y el temor de vosotras. De las mujeres carnívoras. Esta verdad tonante aún repercute en las voces débiles y afligidas de las ballenas, los delfines, las crías de foca, los zorros y los venados... si uno las escucha con el corazón guiado por Neptuno. El carpintero vino (y volverá, inesperadamente pronto) a enseñarnos la manera de reconquistar nuestra humanidad perdida, la manera de volver a aquella Edad de Oro en que... "no afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte"... y esta vez, nuevamente, mansamente... y quizás como antes, casi desapercibido, intentará despertar otra vez, en la nueva Edad de Oro de Acuario, la conciencia de que "hágase tu voluntad, como en el Cielo, así también en la Tierra".


Una norma bastante sencilla de veracidad y bondad para aquellos Piscis que deseen atenerse a las auténticas enseñanzas del carpintero -y no a las deformaciones de su mensaje- en razón de lo cual esta vez él los reconocerá, agradecido, es la siguiente: evitad comer la carne de vuestros hermanos y hermanas animales, que engendran sus propias crías... o de cualquier criatura que tenga ojos para miraros. Tal como lo señaló Upton Ewing, el apóstol de la Nueva Era, de ojos claros y mente clara, el retorno a la condición en que se desarrollaba la Vida antes de que la primera sangre fuera derramada en el Edén, cuando los hombres y las mujeres y todas las criaturas vivientes se alimentaban pacíficamente con los frutos del suelo... proclamaría en verdad un año aceptable para el Señor.


No sé si la precedente disertación fiel-a-la-esencia-del-signo-solar-Piscis ha plantado o no de alguna manera las semillas para que un día cercano se mitigue el triste Karma del pez símbolo de Piscis y de todas las criaturas que viven en nuestros mares... aunque espero que haya proyectado un pequeño rayo de luz. Pero sé que indudablemente está destinada a fastidiar a muchos pescadores, algunos de los cuales son parientes muy próximos, en tanto que otros son queridos amigos míos, y seres humanos realmente maravillosos. Lo lamento sinceramente. Pero éste no es un libro que se proponga andar con tacto por miedo a ofender. En vista de la creciente matanza de generalizada de nuestros amigos animales de los bosques, los mares y el aire, incluso mediante la tortura y los horrores de la vivisección, ya no queda tiempo para ser amables. Es hora de enfrentar el hecho de que la compasión se está degenerando, en todos los niveles.


Si el hombre y la mujer no escuchan pronto la música de sus propias almas, y si no vuelven los ojos hacia la recordada Luz del Edén, habrá en la Tierra una época en que toda la música se estancará en pozos de silencio absoluto, y en que no se verá nada más que la oscuridad total. Las sombras se estiran, y esa época se aproxima tanto que el tiempo disponible hay que medirlo ya no en siglos, sino en años. Ésta es la hora en que debemos ser honestos con nosotros mismos y enfrentar la verdad, en lugar de evadirnos... en que debemos elevarnos en lugar de seguir hundiéndonos en las sombras, espesadas por la crueldad. Los asesinos son asesinos, lo comprendan o no en su estado actual de conciencia... y el hecho de que se autodenominen "deportistas" no cambia la Ley Universal.


A veces se puede susurrar la verdad afablemente, y otras veces es necesario proclamarla en un tono más estentóreo. Pero nunca se la puede ocultar. Es antinatural que se oculte la verdad eternamente, sobre todo cuando un "Carnero destinado al sacrificio" escribe sobre los "Peces perseguidos". (Para obtener una información más detallada acerca de los diversos temas, que podrían definirse como "polémicos", contenidos en las páginas de las setenta y ocho combinaciones de estos Signos del Zodíaco y el Amor, véase la lista de libros recomendados que sigue a este capítulo, bajo el encabezamiento de "Para la marcha del peregrino".)


Gracias a la herencia mística de los peces de la Naturaleza, que simbolizan la naturaleza interior de los Piscis (así como la naturaleza interior de los doce signos solares se puede encontrar dentro de sus respectivos símbolos), los regidos por Neptuno no se sienten impulsados a buscar agresivamente su propia gloria. Si por así decir, la gloria resuelve posarse espontáneamente sobre ellos, se resignarán a lucir su manto, incómodamente, en el mejor de los casos. El Piscis típico nunca correrá entusiasmado en pos de la fama. Simplemente la soportará, como si fuera otra de las muchas cargas de la vida. Por ejemplo, tampoco la actriz Piscis Elizabeth Taylor la buscó voluntariamente (entonces o ahora), como ella es la primera en proclamar, confesar y admitir francamente.


Esta humildad es un delicado rasgo espiritual, pero como en todas las vibraciones de la configuración 1-1 las cualidades del signo solar se intensifican y a veces se desequilibran, los miembros de la doble asociación Piscis deben cuidar que esta virtud normalmente admirable, exagerada cuando coexisten al unísono bajo la influencia de Neptuno, no los induzca a perder toda iniciativa para participar activamente en el curso de la vida. Este mundo degradado, colmado, necesita urgentemente sus aportes creativos y de otro tipo.


Cualesquiera que sean las otras posiciones planetarias de sus cartas natales, dos Piscis colocados en estrecho contacto nunca dejarán de captar la asombrosa profundidad del canal de percepción extrasensorial que los une. Para ilustrar este místico vínculo neptuniano de percepción extrasensorial entre los Piscis, compartiré con vosotros su manifestación entre Ruth Cook, mi vecina Piscis y amiga íntima de Cripple Creek, Colorado y su hijo Mike, que también es un signo solar Piscis.


Cuando Mike era adolescente, y a veces llegaba tarde a casa por la noche (como todos los jóvenes, ya vivan en un pueblecito de las alturas de las Montañas Rocosas, o en una gran ciudad), porque estaba atrapado por la emoción de los diversos entretenimientos de su grupo local de camaradas, ya se tratara de jugar al baloncesto, de jugar al billar, de practicar montañismo, o de lo que fuera... Ruth se preocupaba. No mucho, porque era una chica Pez típicamente sosegada, pero se preocupaba. Como en aquella época, ella y su marido, Lowell, no tenían teléfono, no podía comunicarse con Mike. No por medios electrónicos, quiero decir. Pero estos problemas de comunicación se resuelven fácilmente, entre dos Peces.


La Piscis Ruth se limitaba a sentarse en una silla en la sala, cerraba los ojos, y meditaba silenciosamente, imaginando el rostro de su hijo y enviándole el mensaje telepático: "Mike, es demasiado tarde para que estés fuera en época de estudios, y estoy preocupada por ti. Vuelve a casa inmediatamente".


Esto ocurrió repetidamente, una y otra vez. Cualquiera que fuese el lugar donde se hallaba, cualquiera que fuese la actividad que estuviera desarrollando, su hijo Piscis siempre callaba bruscamente, en medio de una conversación con sus amigos, y sus ojos se velaban con una expresión ausente (lo cual resultaba un poco más que extraño en algunas de las noches en que recibía el mensaje telepático materno cuando se hallaba frotando con tiza el taco de billar en el Cottage Inn, mientras la orquesta tocaba estridentemente una popular melodía de Norbie Larson). Finalmente murmuraba, como si estuviera en trance: "Escuchad... esto, creo que mamá me necesita para algo. Os veré luego". Entonces salía, corría a casa, abría la puerta, y él y su madre intercambiaban una ancha y sagaz sonrisa de Neptuno, mientras ella comentaba en voz baja: “Bueno, era hora de que volviese”.


Esta magia de Piscis operaba entre ellos en cinco minutos, o menos. Ahora que Mike está casado y vive en Denver, Ruth tarda un poco más en telegrafiarle para pedirle que le telefonee. Digamos unos diez minutos. Así la mujer Pez ahorra mucho dinero en la factura de teléfono. Y el sistema es más rápido que el suministrado por la Western Union, y ciertamente mucho más veloz que la actual distribución a paso de tortuga del Correo de los Estados Unidos.


Hay que señalar que no todo es dulzura y serenidad entre dos personas regidas por Neptuno. Si una tiene un signo lunar adverso, como Géminis o Sagitario, puede abrirse un abismo difícil de salvar. Esta incompatibilidad luminaria entre sus respectivos soles y lunas puede envolverlos en sus remolinos, y hacer que se enfríen ocasionalmente en una atmósfera de acusaciones silenciosas (las peores), hosca indiferencia o respuestas engañosas. Pero cuando la Luna de uno de ellos se deposita en un signo elemento Agua o del elemento Tierra, la armonía de su relación será generalmente notable y extraordinaria… lo mismo que su telepatía mutua.


Ambos Peces comprenden las cruces que los regidos por Neptuno están condenados a cargar, como por ejemplo la actitud injusta de las personas con otras motivaciones, que están exageradamente ansiosas por acusar al Pez de ser taimado, o de mentir. Esto es producto del contraste a veces extremo entre las intenciones idealistas y altruistas de Piscis… y los medios tortuosos y embrollados que emplea ocasionalmente para alcanzar la meta anhelada. No todos los Piscis, pero sí muchos, son culpables de tener un hábito frustrante en virtud del cual eluden la verdad total, en mayor o menor medida, pero sólo la razón subyacente es la misma que se oculta detrás de todas las actitudes y de todos los actos de Piscis: el deseo de evitar los enfrentamientos lacerantes, que no sirven para nada y que sólo hieren innecesariamente.


Los Peces evitan las escenas emocionales tempestuosas y las vendettas personales desagradables. Prefieren mentir por omisión con tal de no lastimar… o ser lastimados. Sin embargo, normalmente es probable que un Pez sea más veraz con otro Pez que con cualquiera de los restantes signos solares, quizá porque ambos comprenden que sería inútil que intentaran engañarse el uno al otro. Por consiguiente, dos Peces dirán a menudo la verdad cabal, por muy desagradable que ésta sea, cuando la discusión se desarrolla entre ellos dos solos. Veréis, ambos pueden confiar en que ninguno de los dos provocará una escena vociferante, lacerante, chocante.


No obstante sus virtudes de humidad, paciencia y generosidad, dos Piscis no son exageradamente demostrativos a la hora de manifestarse recíprocamente su respeto, su consideración o su afecto. Es posible que la comprensión y la compenetración fluyan libremente entre ellos, pero no siempre se expresan por medios visibles, tangibles, de modo que ambos deberán controlar esta característica de ser “fríos como pescados”, que cada uno proyecta y reconoce fácilmente en el otro… pero rara vez en sí mismo.


La naturaleza de Piscis contiene un rasgo hermoso que dos Peces pueden ampliar cuando están juntos, en beneficio de ellos mismos y de todos nosotros, que tanto necesitamos de su apacible sosiego y de su oído comprensivo y atento. Tienen el raro don de aceptar a las personas y las situaciones negativas o engorrosas –incluidos sus propios problemas mutuos- con una especie de mansa resignación. Ambos comprenden que sus debilidades humanas (y las de los demás) siempre están entrelazadas, de alguna manera, con la buena intención… y Neptuno les susurra suavemente que el mal se robustece cuando le opones resistencia. La aptitud de Piscis para encogerse complacientemente de hombros cuando las cosas salen mal, para no hacer una montaña de un grano de arena, para no provocar una tormenta en un vaso de agua, o para no cortar el tallo de la planta de alubias sin ningún motivo… de manera tal que el sastrecillo se estrelle contra el suelo… es algo estupendo. ¿Así que en lo alto de la planta de alubias a la que se refiere el cuento infantil hay un gigante? ¿Y qué? Un gigante no tiene ningún poder sobre “cuatro” Peces que pueden, los dos juntos, hechizarlo y convertirlo en una dócil criatura que los invitará a su castillo para que lo oigan interpretar y cantar alegres melodías de titanes.


Ésta es la fórmula mágica de Piscis, Amor y misericordia. Siempre da buenos resultados… y mucho más cuando los Peces se la derraman el uno sobre el otro, junto con unas pocas rociaduras del maravilloso humor de Neptuno que permite que los Peces típicos se rían de sí mismos, sin que el lastre del falso orgullo reprima sus risas. Éste es un talento que pocos poseen, y que forma parte del gran tesoro áureo de quienes tal vez parecen ser “los últimos con lo menos… aunque nacieron con una plétora de sabiduría y generosamente dotados con la fabulosa fortuna del instinto que les permite hallar riquezas sin buscarlas. ¡El mismísimo rey Midas habría envidiado esta suerte!


Mujer PISCIS Hombre PISCIS







-Oh, no, no es adulto- le aseguró Wendy confiadamente-, y tiene
justo mi talla.


Lo que quería decir era que tenía su talla intelectual y física. No sabía
cómo lo sabía. Sencillamente lo sabía.


En la atmósfera a veces serena y plácida, a veces agitada y tumultuosa del Bronx de Nueva York, flota apaciblemente la más amada, simpática, vivaz, sabia y paciente chica Pez de este o de cualquier otro océano. Se llama Pauline Hoffenberg Goodman.


Cualquier mujer Piscis que imite los modales cautivantes de la menuda Pauline, puede contar con que atraerá a su chico Pez a la red del romance sin la menor dificultad. Pauline es el paradigma de la gracia, el humor y el encanto femenino de Piscis… y el asesoramiento astrológico suministrado en estas páginas a las damas Piscis refleja su instinto personal, inequívoco, para entretejer delicadamente estas sutiles gamas de Neptuno que convierten a la mujer Piscis en el ideal secreto de todo Pez macho del mundo. Además, es una cocinera deliciosa y deleitable. ¿Qué más podría pedir un soñador hombre Piscis? ¿Poesía? Pauline también es poética… y bella como un geranio rosado.

En realidad, toda chica Pez posee una dosis satisfactoria de las cualidades, rasgos y talentos de Pauline Hoffenberg Goodman, así que no es raro que el hombre Piscis enamorado de una dama de Neptuno sienta que por fin ha logrado dejar atrás todos los peligrosos anzuelos acechantes de las mujeres agresivas que pretenden arrastrarlo a tierra… y que ha llegado nadando a las aguas frescas y transparentes del tipo de amor que busca desde que lo desovaron cerca de la hermosa cascada de lágrimas que rememora inconscientemente. Recuerda haber pensado, cuando era un minúsculo alevín, que las lágrimas son elementos bellos, con prismas de cristal y tonos irisados, cuando el Sol brilla a través de ellas. Después creció, y en una refulgente, milagrosa y multifacética mañana descubrió, con un estremecimiento de alegría, la respuesta a su tierno enigma de alevín. De pronto, comprendió que el amor era el rayo de sol que podía brillar a través de las lágrimas de su pena silenciosa... y transmutarlas en rutilantes espectros de luz.


Los recuerdos que la chica Pez tiene de la cascada son idénticos a los de él. Ella también rememora la ansiedad de su propia génesis, cuando un sueño indescriptiblemente bello flotaba mansamente sobre su corazón como una bruma... prometiendo vagamente un mañana tan libre y hechizado como el Edén olvidado de ayer. Durante toda su vida se ha preguntado, secreta y silenciosamente, si ese sueño fue real... o sólo un fragmento imaginario de dicha y serenidad. Esperó callada y pacientemente que reapareciera, que se manifestara del seno de la memoria... y las ocasiones en que se desilusionó, precisamente cuando pensaba que volvería a embargarle el corazón, fueron incontables.


Entonces miró al fondo de los ojos de él... y maravilla de maravillas. Vio reflejado allí su sueño, como en el sereno estanque de un bosque verde perfumado de pino...sonriéndole con una deliciosa demostración de que la reconocía. Ella se vio en los ojos de él, así como él se vio en los de ella.


Sería divino poder poner punto final aquí con la habitual conclusión de los cuentos de hadas: "y-vivieron-eternamente-felices". Pero eso no está permitido. Antes hay que atravesar la Selva Negra y combatir con todos esos dragones, brujas, feos escuerzos y los increíbles Hulk que acechan y se agazapan en las lagunas, esperando el momento de capturar a estos amantes Piscis, para luego desapararlos y dejarlos caer en el pozo terrible de la soledad: ¡SPLASH!


Aborrezco pasar de lo poético a lo prosaico (como lo aborrecen todos los Peces del mundo), pero debemos abordar los aspectos más mundanos de la compatibildad de Neptuno antes de poder disfrutar de la satisfacción de resolver el enigma del tierno alevín.


Como les sucede a los otros amantes de la duplicada configuración de signos solares 1-1, dos personas regidas por el mismo planeta (en este caso, claro está, Neptuno) deben enfrentar el aumento y la intensificación seguros de los aspectos positivos y negativos de sus propias personalidades. En el caso de la pareja Piscis-Piscis, las cualidades positivas que comparte, y que por tanto les resultará fácil multiplicar juntos, son: la dulzura, la sensibilidad, la imaginación, la creatividad, la compasión, la percepción, y mucha sagacidad e ingenio... más el sentido común necesario para no cruzarse el uno en la luz... o en la sombra, del otro.


Las malezas negativas de Piscis que deberán recortar (y quizás incluso triturar) para que no sofoquen y estrangulen las bellas flores de su romance, son: la exagerada tendencia a soñar despiertos, la desidia, la pereza, la confusión, el desorden y el caos, la remolonería, los temores, las fobias y diversas formas de neurosis, la tentación de mentir... y el extraño hábito de convertirse el uno en el felpudo del otro, hábito éste en el que pueden caer.


Ciertamente, estos dos tienen que combatir a una cantidad apreciable de dragones, renacuajos, brujas y entes por el estilo mientras atraviesan temblando el bosque oscuro, ¿no os parece? No importa. Disponen de toda clase de sortilegios para alejar a los trasgos que amenazan su dicha. Y como todos saben (o deberían saber), incluso los duendes más TERRIBLES le tienen pánico a la magia.


Las angustias particulares de Piscis también se duplican (incluso se cuadruplican, dado que entre los dos suman "cuatro" Peces) cuando estos dos se zambullen en una relación emocional. Si uno de ellos tiene un fuerte signo lunar o ascendente, preferentemente en el elemento Tierra, él o ella puede ser un verdadero puntal de estabilidad para el otro. (Un signo lunar o ascendente en el elemento Agua es excelente para la armonía, pero ahora hablamos de la estabilidad protectora). Sin este apoyo de sus respectivas luminarias y ascendentes a la hora del nacimiento, estos dos corren peligro de alarmarse con temores quiméricos... o de deslizarse despreocupadamente por un amorío o un matrimonio que es demasiado frágil para ser perdurable.


Hay Piscis que le temen a su propia sombra. Hay otros (llamados "Ballenas") que no temen a nadie, sea hombre o bestia. Por lo menos, esto es lo que alegan. Siempre es bueno recordar que no en todos los casos lo que Piscis dice es necesariamente lo que Piscis piensa. Algunos Peces se temen a sí mismos, en lugar de temer a las circunstancias o las personas ajenas. Por eso nunca toman la iniciativa y pierden oportunidades para todo lo que realmente desean hacer. También tenemos a los Peces tipo Delfín, juguetones, sensibles y absolutamente brillantes.


La naturaleza peculiarmente comprensiva de la mujer Piscis y del hombre Piscis puede determinar que sean hipersensibles para captar impresiones, a veces engañosas. Si la carta natal de uno de ellos contiene más planetas en Tierra que la del otro, es posible que el Piscis más "terrenal" acuse al menos práctico de negarse a enfrentar los hechos, y de mirar las cosas a través de cristales muy rosados, que no le permiten reconocer los peligros, porque toda situación potencialmente amenazadora parece estar bañada por un velo luminoso de hermosura, que no es más que una ilusión seductora. Éste es en verdad el germen de todos los temores y fobias de Neptuno: el recuerdo de haber visto cómo esa aureola se trocaba demasiado a menudo en una lúgubre nube de bruma gris. Sin embargo, uno de los dos Piscis que integran esta relación podría aferrarse a la "ilusión", convencido de que es más auténtica que lo que parece ser la verdad... y con sorprendente frecuencia incluso probará que lo es, merced a la pura tenacidad de su fe. Esto, cuando sucede, recibe el nombre de milagro. No es casual que tantos santos hayan nacido bajo el signo del Pez.


Es posible que él o ella sea un Pez que nada en dirección equivocada, comportándose como si la vida misma fuera un sueño, y éste es un exceso de ficción neptuniana para el otro. O es posible que uno de ellos sea un Piscis tipo Ballena, que se burla de lo esotérico, que se desentiende de toda verdad espiritual, y que es bullicioso, locuaz, autoritario y agresivo. Cuando dichos Piscis Ballena se comportan de esta manera, diametralmente opuesta a las cualidades naturales de su signo solar, nos encontramos, como he dicho en otros pasajes de este libro, ante el síntoma de una forma de neurosis del corazón, la mente o el alma. Un Carnero tímido, un Toro impulsivo, un Cangrejo negligente y despreocupado, así como una Ballena impetuosa, marcadamente extrovertida, son todos seres interiormente desdichados, que reniegan de su propia esencia.


Entre paréntesis, cuando suprimís de la palabra "esencia" la letra "c" de Cristo, os queda la palabra "esenia"... nombre de la secta metafísica que educó a Jesús, el hombre, en lo alto de las montañas, durante sus "años perdidos" (que fueron dieciocho), años en los que realizó actividades que las lecturas no mencionan. Estos son los juegos de palabras que se complacen en practicar los Piscis. Pero volviendo apaciblemente al tema, es natural que un capricorniano sea juicioso y estable, pero no que lo sea un Piscis. Cada signo debe hacer lo que le aflora naturalmente, en general, para lograr la armonía en cada encarnación, mediante el correcto aprendizaje de las lecciones del signo bajo el cual nació.


La mitad masculina o femenina de este equipo de Neptuno puede ser una Ballena dominante o un Pez amargado, que ha visto demasiados elementos desagradables de la vida, y que se ha refugiado en la promiscuidad romántica o en los comentarios caústicos, para ocultar un corazón destrozado, producto de su fe pulverizada. Se necesita infinita paciencia para rescatar a esta Ballena -o a este Pez- que se revuelca en las aguas tenebrosas del desencanto, y que nada aguas arriba, contra la verdadera corriente de la experiencia de Piscis.


La mujer Piscis posee los requisitos necesarios para atraer a un Pez macho a la red del amor y retenerlo allí. Capta intuitivamente que a él no le gusta que hurguen en sus pensamientos íntimos. Una consorte autoritaria nunca podría conservar a este hombre, y la chica Pez, si es una Piscis típica, es sumisa sin ser masoquista. Es inteligente, incluso sabia, pero al mismo tiempo suficientemente vulnerable como para activar el sentimiento protector masculino que él lleva encerrado dentro, y que tanto necesita cultivar. A la inversa, ella necesita un compañero que sea suficientemente tierno como para tratar con consideración sus propios sentimientos hipersensibles, y esto es algo que nadie puede hacer mejor que un hombre Piscis.


Pocas veces su unión física será exageradamente apasionada y perentoria, pero tampoco todos necesitan las emociones salvajes de la jungla noche tras noche. En verdad, la experiencia sexual entre dos Piscis puede ser profundamente íntima, en el auténtico sentido de la intimidad. Pueden refugiarse en su amor masculino-femenino huyendo de la sordidez tenebrosa, tétrica y terrenal del mundo material que los rodea, así como los peces de la Naturaleza huyen de las ensenadas y bahías estancadas hacia el océano fresco y verde, que centellea a la luz del sol, y que acaricia la playa con olas suaves, espumosas, bajo la luz de la luna. La sexualidad entre estos dos puede ser precisamente así: limpia, fresca, libre... y continuamente rebosante de la poesía mística del romance. Los caballeros de la época medieval y sus bellas damas debieron de conocer una parecida expresión física de su amor.


Si una mujer Piscis observa que el hombre Pez se siente un poco insatisfecho y desdichado con su trabajo, que está abatido en el hogar, y que parece cada vez más reservado, retraído y frío... es posible que procure escuchar más atentamente su canción de soledad. Si lo intenta, es la mujer más indicada para explicarle a él la letra, porque rara vez los Piscis son autoanalíticos, no obstante, su capacidad intuitiva para captar los sentimientos ajenos. Él nació bajo las vibraciones de Neptuno, y por tanto sabe instintivamente que el hombre es un espíritu, que tiene un alma... y esto es lo que anhela reconquistar: ¡su alma! Su ensueño secreto consiste en escalar montañas, nadar por los ríos, trepar a los árboles, corretear por la hierba bajo la lluvia, descalzo, sin zapatos, y en vivir sus noches y sus días libre de la carga de los bienes materiales, libre de las restricciones que imponen las normas hipócritas de la sociedad. El hombre Piscis es en el fondo del alma, como Francesco de Bernardone, de Asís, un mendigo espiritual, que anhela interiormente poder seguir el canto luminoso de la alondra, de los prados, cualquiera sea el lugar a donde lo lleve. Pero el mundo materialista de hoy no le permite confesar ni expresar sus deseos íntimos.


Si el hombre Pez no encuentra la forma de marchar agresivamente en pos de su auténtica meta, es posible que se ahogue en la frustración, y que a veces busque tristemente, con silenciosa desesperación, la forma de desahogar su desencanto, evadiéndose mediante la deambulación sin rumbo... mediante el alcohol o las drogas. Necesita una mujer comprensiva, que no lo inmovilice con las cadenas de sus temores... ni lo condene por la pasión de su espíritu.


En cuanto a la chica Pez, sus humores cambiantes y sus llantos esporádicos y sus llantos esporádicos, así como sus largos períodos de silencio… significan casi siempre que ella también desea poder abandonar, junto con él, el acuario restrictivo de su existencia para nadar hacia ámbitos más vastos de portentos y emociones… para descansar un rato en mansos y serenos lagos de placidez… y para seguir viajando luego hacia los misterios que los convocan desde allende los horizontes lejanos. Aunque es paciente, la mujer Piscis se harta de leer las aventuras de quienes se han atrevido a desprenderse de la responsabilidad y a correr en pos de los vientos más huracanados que soplan allá lejos… se harta tanto que, después de un tiempo, incluso su voz, como la de la gaélica “Kathleen”, está “triste cada vez que habla”.

Lo único que ella busca es un ligero contacto con su mano, alguna señal, un brillo de respuesta en los ojos de su amante o marido Piscis, que le diga que él sabe… ¡oh, vaya si sabe!... con cuánta melancolía, y al mismo tiempo con cuánta urgencia, ella desea trocar la seguridad por libertad. Entonces podrán partir juntos, sea o no época de vacaciones. El insistente despertador de Neptuno está sonando, y les advierte a los dos que es hora de marchar en pos de sus sueños… ahora o nunca.

Ese es el momento en que deben salir corriendo y comprar un par de billetes rumbo a Irlanda, Escocia, Gales, Suiza o Tibet. ¿El dinero? Bastará que tengan fondos suficientes para el transporte. La Providencia les suministrará alimentos y albergue en las más diversas formas misteriosas e inesperadas, y es tan seguro que los ayudará como que ayuda a las aves del cielo y a los lirios del campo. Este hombre y esta mujer obsesionados por Neptuno lo saben mejor que nadie, pero tienden a olvidarlo de tiempo en tiempo, cuando dejan que la preocupación por el mañana los domine y los sofoque. Porque, cuando un hombre o una mujer Piscis se ajetrea en algo de lo que disfruta, los canales que conducen a la seguridad material se abren de par en par… como una ventana al futuro.

Cuando dos Peces se dan el gusto de vivir y amar libremente, pueden convertirse en dos Delfines, que retozan juntos, dichosa y sabiamente, en un clima de paz y satisfacción perfectas. Y habrá menos posibilidades de que los pescadores del mundo frío y duro, que agitan sus afilados anzuelos en el agua para coger desprevenidos a los Peces, tengan éxito. Podrán alertarse recíprocamente para eludir el señuelo tentador.

Pero si caen en hábitos rutinarios, y dejan pasar de largo todas sus doradas oportunidades… al cabo de un tiempo empezarán a engañarse mutuamente, a mezquinar la energía y el compromiso de la confrontación emocional, a replegarse cada vez más dentro de ellos mismos. ¿Sabéis lo que es esto? Esto es desidia. Y es un final muy triste para una historia de hadas. ¿Por qué dejar que triunfen los trasgos y los duendes? No es así como se resuelve el enigma del tierno alevín… ni como se aprende la letra de las canciones de amor de las ranas.




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